El presupuesto público o nacional es aquella propuesta de gastos y asignación de recursos a los diferentes sectores, que el estado presenta al país cada año. En él se detallan los ingresos y los montos que deben ir a cada sector: Defensa, Educación, Salud, Transporte, etc. Aquí hay una diferencia entre el gasto y la inversión estatal. El gasto suele hacer aquellos desembolsos regulares que hace el Estado en los factores que mantienen la eficiencia actual de algún sector (remuneraciones a empleados, materiales de uso corriente, etc). La inversión, en cambio, es aquel desembolso destinado a mejorar la eficiencia de la actividad en algún sector. Esto puede tomar la forma de equipos técnicos, de bienes de capital, de inversión en investigación para el desarrollo, etc.
La condición básica para mantener orden en el presupuesto es que el gasto estatal no debe superar los ingresos. En todo caso tendría que ser igual a ellos para mantener el eqquilibrio. Si el Estado empieza a gastar más de los ingresos que percibe, entonces va a necesitar endeudarse para cubrir su gasto. Esto no es necesariamente malo, siempre y cuando el nivel de endeudamiento sea manejable. Si la brecha entre el gasto y los ingresos regulares del Estado es muy grande, entonces tarde o temprano, la incapacidad del Estado para satisfacer las demandas de la sociedad se hará patente e insostenible.
Lo ideal sería que el gasto y la inversión del Estado se financien con los recursos de los impuestos. Cuando estos no alcanzan, el Estado acude a otros recursos no tributarios como el dinero de la explotación de lagún recurso natural extraordinario o el dinero por venta de empresas públicads. Sin embargo estos recursos son limitados y no pueden considerarse como un ingreso regular. A veces, incluso, no bastan para que el Estado financie sus gastos y, por tanto, debe recurrir a su última fuente de financiamiento: el endeudamiento con organismos internacionales. Un balance sólido es aquel en el que los ingresos son mayores o iguales que los gastos y los primeros se basan en la recaudación tributaria, no en fuentes extraordinarias.
Con estos conceptos sencillos podemos entender ahora el mal endémico del Estado peruano: su persistente tendencia al desequilibrio fiscal o a mantener un equilibrio no sólido.
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